En plataformas como Spotify, YouTube y TikTok, la proliferación de música generada por IA está poniendo a prueba sus mecanismos de moderación. Las respuestas de cada plataforma son distintas: Spotify busca evitar imitaciones engañosas, mientras YouTube condiciona la monetización a que el contenido aporte un valor añadido. TikTok, por su parte, exige etiquetar correctamente este tipo de material, y Apple Music trabaja junto a discográficas como Universal para impedir que se use su catálogo sin consentimiento en el entrenamiento de modelos de IA.
Para detectar estas creaciones, Deezer ha desarrollado un sistema de identificación con un 99,8 % de precisión. Sin embargo, la regulación enfrenta obstáculos como la fragmentación legal y la falta de normas globales. Plataformas como Spotify y Meta han expresado su descontento con el enfoque por partes del AI Act europeo. Además, los expertos advierten que los sistemas de etiquetado podrían fallar y terminar perjudicando a los artistas reales.
Desde el punto de vista económico, la IA musical podría generar ingresos millonarios: CISAC calcula que para 2028 la música creada por inteligencia artificial podría generar hasta 4.000 millones de euros. Sin embargo, sin estándares comunes que regulen su uso, este fenómeno plantea una amenaza real para la sostenibilidad de la industria musical tradicional.